La escultura “los Primeros Fríos” que se encuentra en el Jardín Botánico Carlos Thays en el barrio de Palermo es una obra realista de Miguel Blai y Fábregas.
En 1892 recibe la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid por esta escultura, que con su lenguaje modernista influyó en toda una generación de escultores catalanes. La obra fue premiada también con una medalla de oro en Barcelona en 1894. En esa ciudad se encuentra la versión en bronce y en el Jardín Botánico de Buenos Aires, la versión en mármol, adquirida en 1906 por Eduardo Schiaffino.
Este escultor pertenece a la generación de escultores de la segunda mitad del siglo XIX que se mueve entre la tradición y la introducción del movimiento de vanguardia. Se le encuadra dentro de la escultura realista pero tiene el deseo de superar el realismo meramente descriptivo. Su primera etapa es Olot y después viaja a Roma y París, y en 1892 se hace famoso por la obra Los primeros fríos. Poco a poco su obra fue evolucionando y aproximándose al simbolismo (Persiguiendo la ilusión 1903) y al modernismo bajo la cual ejecuta el grupo alegórico de la música popular que está en el Palau de la música catalana.
Está hecha en mármol. Es exenta y representa un grupo escultórico sedente. La técnica es cuidada ya que labra la piel con calidades muy realistas y finas.
Representa a dos figuras humanas desnudas: la de un viejo y una niña. El anciano, con las manos entrecruzadas, mira al frente. La niña tiene una postura de escoso inclinándose en el anciano, cogiéndole del brazo. Están captadas con mucho realismo.
Simbolizan la vejez, el ocaso de la vida, y la adolescencia. Ambas están sometidas a los problemas de la vida.
Las formas son suaves, tranquilas y sosegadas. El anciano parece mostrar una resignación Mientras que la niña encoge su cuerpo helado desencadenando una gran expresividad. Son formas realistas que se muestran en los músculos que palpitan, y en las pieles arrugadas del anciano. El cuerpo de éste son carnes erosionadas por el paso del tiempo. Los cabellos y la barba están tratados de una manera realista. Las dos caras tranquilas tienen una expresión entre la resignancia y la tranquilidad.
La luz ilumina a toda la figura por igual. Solo deja algunas zonas de sombra en el cuello del anciano, en el pecho de a joven y en las piernas que acentúan el expresionismo.
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El año pasado estuve viviendo en un alquiler temporario en capital federal que quedaba justo enfrente del Jardín Botánico. Hermoso. Simplemente bellisimo, yo no se si la gente que lo frecuenta diariamente lo valora lo suficiente.
ResponderEliminarY esta escultura juro que la recuerdo!!
Es una escultura muy bella que había elegido mi padre para sentarse a leer en su cercanía...me conmueve visitarla y recorrer el paisaje mágico del Jardín Botánico de Buenos Aires, gracias por mantener tanta belleza y calma entre las calles de la ciudad.
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