Buenos Aires posee un patrimonio arquitectónico desconcertante y sugestivo. Las múltiples fuentes de inspiración y la tendencia local a la reelaboración consolidaron en los dos últimos siglos una herencia artística vasta y ecléctica. Este blog pretende mostrar a través de fotografías algunos de esos detalles que suelen escaparse a quien camina sin mirar por donde pasa.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Columna Persa del Templo de Persépolis




“La columna del Templo Persa” ubicada en un espacio abierto de recreación y paseo, se conjuga con palmeras en equilibrio visual impactante.

Se trata de una réplica de una de las columnas del Palacio del rey Ciro II, el Grande, en Persépolis, quien reinó en Persia en el siglo VI (a.C.); también llamado Ciro de Anshar, a quien se le considera creador y unificador del imperio Persa. Esta columna pertenece a la “Apadana” (sala de audiencia). El palacio fue levantado entre los siglos VI y V (a.C.) por Dario II, rey de la misma dinastía, y su hijo y sucesor Jerjes I. En 330 (a.C.), Alejandro Magno, en su campaña de Oriente, ocupó y saqueó Persépolis, incendiando el Palacio de Jerjes, para simbolizar, quizá, el fin de la guerra panhelénica de revancha contra los persas.

En 316 (a.C.), Persépolis era todavía la capital de Persis, en una provincia del nuevo Imperio Macedónico. La ciudad decayó gradualmente durante el período Seléucida y las épocas posteriores. En el siglo III, la cercana ciudad de Istakhr se convirtió en el centro del Imperio Sasánida.

La réplica fue donada por el Sha de Persia en oportunidad de la visita realizada a Argentina, en compañía de la Emperatriz Farah Pahlevi. Tiene diecinueve metros de alto y la rematan dos cabezas de bueyes. El 3 de marzo de 1972, el intendente Saturnino Montero Ruiz agradecía la entrega de la reproducción; y recién el 21 de diciembre de 1978, seis años después, la dirección de Paseos de la municipalidad de la ciudad de Buenos Aires entregaba, a la firma encargada de emplazarla, los seis contenedores de la misma, cuyo peso neto era de 102.000 kilos.

Para su construcción, por cuenta del gobierno iraní, se hicieron moldes seccionados de la columna cónica con aristas que fueron rellenados con una mezcla de cemento y piedra pulverizada del mismo sitio en que se encuentran las ruinas del palacio.

En la punta, el capitel tiene forma de un buey con dos cabezas, en cuyo lomo se apoyaban las vigas del techo.

A metros de la columna hay una elevación, que en su frente tiene una almena decorativa con la figura de un león persa, una hermosa obra de un talentoso plástico argentino: Blas Salvador Gurrieri hecho con cerámicos babilónicos.

Fuente: leoveoytecuento.blogspot.com

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