Este monumento es dedicado a Rubén Darío, poeta nicaragüense iniciador del modernismo literario hispanoamericano, que así mismo dedico – en realidad por encargo del diario La Nación – una composición ‘Canto a la Argentina’ en conciencia del centenario de este país andino.
Este extenso poema (con más de 1.000 versos, es el más largo de los que escribió el autor), destaca el carácter de tierra de acogida para inmigrantes de todo el mundo del país sudamericano, y enaltece, como símbolos de su prosperidad, a la Pampa, a Buenos Aires y al Río de la Plata. En una línea similar está su poema, "Oda a Mitre", dedicado al prócer argentino Bartolomé Mitre.
El monumento representa en acero los conjuros fantásticos que enlazan y señalan el espíritu Argentino, su territorio Pampeano, Buenos Aires y el Río de la Plata como gigantescos símbolos de prosperidad y testimonio.
El símbolo más característico de la poesía de Darío es el cisne, identificado con el Modernismo hasta el punto de que cuando el poeta mexicano Enrique González Martínez quiso derogar esta estética lo hizo con un poema en el que exhortaba a "torcerle el cuello al cisne". La presencia del cisne es obsesiva en la obra de Darío, desde Prosas profanas, donde el autor le dedica los poemas "Blasón" y "El cisne", hasta Cantos de vida y esperanza, una de cuyas secciones se titula también "Los cisnes". Salinas explica la connotación erótica del cisne, en relación con el mito, al que Darío se refiere en varias ocasiones, de Júpiter y Leda. Sin embargo, se trata de un símbolo ambivalente, que en ocasiones funciona como emblema de la belleza y otras simboliza al propio poeta.
Esta es la estrofa que se lee en su reverso:
¡Argentina tu día a llegado!
¡Buenos Aires amada ciudad!
El Pegaso de estrellas herrado
Sobre ti vuela en vuelo inspirado
Oíd mortales, el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Fuente: Minube.com
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Hola.
ResponderEliminarMe parece muy buena su nota sobre el Monumento a Rubén Darío, pero creo que debió incluir al menos una mención al autor, el brillante escultor argentino José Fioravanti.
Nació en Buenos Aires en 1896 y murió en la misma ciudad en 1977.
Autodidacto, se inició muy joven en el arte, concurriendo luego a algunos talleres particulares.
Expuso por primera vez en 1912, a los 16 años de edad, presentándose en el Salón Nacional. Consiguió el Primer Premio en el Salón Nacional con su obra Mi hermana María (1919). En 1924 viajó a recorrer Europa, expuso en el Museo de Arte Moderno de Madrid y en el Museo de Luxemburgo de París. Regresó a la Argentina en 1927, realizando dos exposiciones individuales en Buenos Aires. En 1929 viajó por segunda vez a Europa, residiendo en París hasta 1935. De esta época son las obras Vieja vasca y el grupo escultórico de mármol El tributo. De su visión romántica y profunda de la vida merecen destacarse Resurrexit y Ariel caído. A partir de 1935 se instaló en Buenos Aires, donde retomó la amistad con sus antiguos compañeros, entre ellos Alfredo Bigatti, con el que realizó importantes y significativas esculturas. Fue designado profesor en la Escuela Superior de Bellas Artes.
En 1936 Fioravanti obtuvo el Gran Premio del Salón Nacional con Mujer con libro, retrato de la que fue su esposa, la pintora Ludvilla Feodorounam. Realizó también un busto del pintor Antonio Pedone. Años más tarde, en 1958, recibió la medalla de oro que anualmente concede el Consejo Internacional de Buenos Aires a la labor de un artista plástico.
Entre sus obras emplazadas en Buenos Aires figuran: Monumento a Avellaneda, Monumento a Sáenz Peña (Diagonal Norte y Florida), Monumento a Roosvelt, Monumento a Simón Bolívar (Parque Rivadavia).
Su obra cumbre es el Monumento a la Bandera, grandiosa obra emplazada en las barrancas del Río Paraná, en la ciudad de Rosario, hecha en colaboración con Alfredo Bigatti y los arquitectos Ángel F. Guido y Alejandro Bustillo.
Puede verse obra suya en un gran número de museos de España, Francia, Luxemburgo, Italia y Estados Unidos.
Nota:
1) Los célebres Lobos Marinos junto a los cuales se han fotografiado tantos miles y miles de turistas junto al Casino de Mar del Plata, son también obra de José Fioravanti.
2) El Pegaso rampante del Monumento a Rubén Darío, emplazado en la plaza homónima de Buenos Aires, arranca prácticamente desde la misma cabeza del poeta porque el pedestal sobre el que se apoya tiene una altura mucho menor de la que debió tener en el proyecto originario de José Fioravanti. Tuve en la Escuela Nacional de Bellas Artes "Prilidiano Pueyrredón" como profesor de Escultura a un escultor de apellido Seijas, que fue discípulo y ayudante de José Fioravanti y gran admirador de su maestro y de su obra. Tengo este dato, que muy poca gente conoce, a través de él.
Saludos,
Pedro L. Baliña
www.puesta-en-valor.blogspot.com
Un pequeño agregado a mi comentario de ayer:
ResponderEliminarNota 3):
Los contribuyentes de la Ciudad de Buenos Aires, nunca supimos ni sabremos cuánto nos salió la mudanza del Monumento "Canto a la Argentina" - Homenaje a Rubén Darío, de José Fioravanti - el cruce de vereda de la Avenida del Libertador, desde la plaza de la Biblioteca Nacional, para poder emplazar a ese horrible muestrario de materiales que es el Monumento a Eva Perón, hecho por Ricardo Gianetti, donde estaba Rubén Darío. Llama mucho la atención que Gianetti, un buen escultor, haya hecho algo tan feo. Parece una ferretería bien surtida por la cantidad de materiales diferentes que tiene. Es más: como no le terminaron de pagar los honorarios convenidos a su autor, la obra no está terminada. Así que quizá... ¡el monumento hasta hubiera llegado a tener más materiales todavía que los que ya tiene! También se mudó el nombre de la plaza junto con la obra de Fioravanti. Antes, la Plaza Rubén Darío era la de la Biblioteca Nacional. Ahora es la de enfrente, la que recibió el monumento mudado. Y ese traslado se hizo porque a una de las hermanas de Eva Perón se le metió en la cabeza que el monumento a su hermana debía estar en el mismo lugar donde ella había muerto en 1952. Como si fuera más homenaje por estar en ese preciso lugar. Creo que las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires deberían haber dado una loable muestra de austeridad evitando la mudanza del Rubén Darío de Fioravanti y haber ubicado el monumento a Eva Perón en la avenida que lleva su nombre o en cualquiera de muchísimos otros posibles lugares.
Que bueno todo lo que he leído. Me gustan los comentarios de Pedro Luis Baliña. No sabía que Fioravanti había hecho ese monumento. Gracias.
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