Buenos Aires posee un patrimonio arquitectónico desconcertante y sugestivo. Las múltiples fuentes de inspiración y la tendencia local a la reelaboración consolidaron en los dos últimos siglos una herencia artística vasta y ecléctica. Este blog pretende mostrar a través de fotografías algunos de esos detalles que suelen escaparse a quien camina sin mirar por donde pasa.

jueves, 22 de marzo de 2012

Palacio Fernandez Anchorena :: Actual Sede de la Nunciatura Apostólica



El Palacio Fernández Anchorena, actual sede de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires, es una de las pocas residencias de la clase alta porteña de comienzos del siglo XX que sobrevive en la Avenida Alvear.
Fue encargado por el matrimonio de Juan Antonio Fernández y Rosa de Anchorena al arquitecto francés Edouard Le Monnier en 1907. Terminado en 1909, la pareja había iniciado una gira por Europa durante su construcción, y en un grave accidente Juan Antonio quedó paralítico, decidiendo que se quedarían a vivir en París. Así, los Fernández Anchorena nunca habitaron su lujosa residencia. En 1922, la ofrecieron como vivienda temporal al electo Presidente Marcelo T. de Alvear y a su esposa Regina Pacini.
Más tarde, el palacio fue adquirido por Adelia Harilaos de Olmos, fervorosa católica quien participó activamente en la realización del Congreso Eucarístico Internacional de 1934, recibiendo por ello un título de marquesa pontificia del Vaticano. Al redactar su testamento el 13 de noviembre de 1947, decidió destinar su residencia para sede de la Nunciatura Apostólica. Harilaos de Olmos falleció el 15 de septiembre de 1949, y el edificio pasó desde ese momento a su nueva función, que mantiene desde abril de 1952.
El palacio fue residencia del Papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en los años 1982 y 1989. Mediante el Decreto 1495, sancionado, en 2002, el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Arquitectura
El Palacio Fernández Anchorena fue obra del arquitecto Le Monnier, francés de formación en la Academia de Bellas Artes de París, pero que mostró acercamiento a los nuevos estilos de comienzos del siglo XX, como el art nouveau, reflejándose en la libertad y plasticidad de muchas de sus obras, aunque siguieran los cánones academicistas. La fachada, siguiendo las normas de la composición clásica, posee basamento, desarrollo y remate con una singular cúpula que jerarquiza la entrada principal. También sigue los conceptos de simetría de la arquitectura clásica.
Decía el Diario La Nación en un artículo sobre este edificio: “Adaptando magistralmente modelos de la tradición francesa del siglo XVIII, compuso un edificio de admirables proporciones, refinada plasticidad y excelentes calidades espaciales, que demuestra como pocos la íntima relación que existió entre el art nouveau y el revival Luis XV, basada en el común empleo de la línea curva, la ornamentación vegetal y el sutil engarce de superficies y espacios. Esto se nota desde el juego cóncavo-convexo de la cour d´honneur, en el exterior, hasta el tratamiento de los logrados interiores, en especial el estupendo hall central. Alrededor de este espacio, probablemente el mejor foyer de la arquitectura argentina de la época, se organiza todo el edificio. De planta elíptica, rodeado de columnas, con una escalera de honor de impostura modernista y coronado por una original cúpula rebajada provista de luz cenital, ofrece un juego espacial y lumínico magistral que demuestra la capacidad de Le Monnier para conmocionar al espectador a través de un sabio y rejuvenecido manejo de los elementos esenciales de la buena arquitectura y del repertorio clásico.”
Fuente: Wikipedia

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