Buenos Aires posee un patrimonio arquitectónico desconcertante y sugestivo. Las múltiples fuentes de inspiración y la tendencia local a la reelaboración consolidaron en los dos últimos siglos una herencia artística vasta y ecléctica. Este blog pretende mostrar a través de fotografías algunos de esos detalles que suelen escaparse a quien camina sin mirar por donde pasa.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Monumento a Franklin Delano Roosvelt


Uno de los escultores argentinos que mayor presencia tiene en Buenos Aires es José Fioravanti, autor del Monumento a Franklin D. Roosevelt ubicado en la Plaza Seeber, frente a la Embajada de los Estados Unidos. Escultor monumental prolífico, es escasa la bibliografía que profundiza en su obra.

Autor de los populares lobos marinos de las nuevas ramblas de Mar del Plata diseñadas por Alejandro Bustillo, y uno de los artífices del Monumento a la Bandera, tal vez sea uno de los escultores con mayor incidencia en el imaginario de la iconografía popular, pero a quien casi nadie conoce, de cuya obra casi nadie habló y cuyas obras han sido maltratadas o directamente robadas sin que a nadie llamara la atención.

La obra de Fioravanti es permeable a un análisis evolutivo tanto desde el punto de vista del tratamiento arquitectónico de los soportes (basamentos, pedestales y muros) como desde el análisis formal de las esculturas de bulto y relieves, ya que en todos sus monumentos aparece la tríada: soporte arquitectónico / esculturas / relieves.

Desde el punto de vista del tratamiento arquitectónico, sus primeros monumentos se presentan como una masa compacta sobre la cual se ubican las figuras y relieves. El caso ejemplar es el Monumento a Nicolás Avellaneda, concebido su soporte como una pirámide escalonada de tipo egipcio o, si se quiere, de un zigurat mesopotámico en cuyos diversos niveles se van ubicando los personajes y relieves.

A medida que avanza en su carrera, los monumentos “montaña” se van transformando en monumentos oradados con espacios interiores para ser recorridos como en el caso de los monumentos a Bolívar y a Roosevelt, en donde la montaña vertical da paso a una plataforma horizontal apta para la circulación humana.

Un análisis formal de sus primeros monumentos de la década del ‘30 y ‘40, muestra al artista bajo una doble influencia –arcaica y vanguardista a la vez– que lo distancia de la escultura academicista ecléctica. Por un lado, exhibe una influencia arcaizante, tal vez consecuencia de su paso e interés por Egipto; por otro lado, sus figuras humanas se pueden relacionar con las propuestas innovadoras de Aristide Maillol.

En esta etapa sus retratos recibieron la calificación de “esencialistas” (Rodríguez, 1963:18), ya que los retratos de estas obras aparecen en actitud hierática y con algunos rasgos fisonómicos “esenciales” que permiten identificar a la escultura con el personaje representado, como en los casos de los monumentos a Avellaneda, Sáenz Peña, y Bolívar.

A medida que su carrera avanza, incorpora el bronce como material (en sus inicios la piedra era su material predilecto) para la realización de las esculturas y aplica rasgos psicológicos y realistas en el tratamiento de los retratos como en el caso de los monumentos a Roosevelt y a Mujica Láinez.

El monumento a Roosevelt presenta unos cambios importantes respecto a sus retratos anteriores. En primer lugar pareciera acercarse al retrato de tipo psicológico impresionista propio de Rodin, y se aleja de sus propuestas primigenias de retratos “esencialistas” arcaicos.

Roosevelt le presentó al artista un problema nuevo respecto a los personajes anteriores de sus monumentos. Y es que Roosevelt había sido fotografiado y filmado muchas veces frente al escaso archivo de imágenes de los personajes del siglo XIX tratados por el escultor. Roosevelt fue uno de los protagonistas de la Segunda Guerra Mundial cuya imagen se difundió por los medios de comunicación masiva. Fioravanti tuvo que tomar en cuenta la popularidad del personaje “mediático” y, a la vez que desarrolló cierta fidelidad realista al modelo, por otro lado no compitió en verosimilitud con los medios audiovisuales.

Evitó así caer así en el efecto facsimilar e ingenuo del retrato hiperrealista. Fioravanti aprovechó las limitaciones físicas de Roosevelt, que se vio obligado a trasladarse en silla de ruedas durante los acontecimientos políticos que le dieron mayor visibilidad, y ubicó al político sedente en el centro de la escena, en contraste con las alegorías de pie que se sitúan a ambos laterales, enfatizando la jerarquía política del líder que permanece en su silla como en un trono.

La alegoría de la libertad en el monumento a Roosevelt

El monumento a Roosevelt está conformado por una plataforma de mármol travertino a la veta casi a nivel del suelo de donde surgen tres pedestales independientes en el que se ubican respectivamente tres figuras humanas en bronce. En el centro, el retrato sedente del líder y a ambos laterales, las dos alegorías en esculturas de bulto. Además, en las caras laterales y el lado posterior del pedestal del homenajeado, se ubican relieves alegóricos.

La figura masculina de las alegorías es una estatua titulada “Combate contra el mal” que es, en realidad, una original alegoría de la fatalidad. En este caso, a diferencia de la tradición de la historia de la escultura que representa la alegoría de la fatalidad en la figura de una serpiente que vence a los justos, aquí aparece la alegoría de la fatalidad vencida encarnada en una serpiente decapitada por la potente imagen de la figura masculina. Tal vez represente el fascismo vencido en la Segunda Guerra Mundial por las fuerzas aliadas comandadas por el ex presidente. Tanto la figura masculina como la serpiente también pueden ser tomadas como una alegoría de la guerra.

La figura femenina recibe el título de “Libertad de religión” y la podemos tomar como una alegoría de la libertad. Frente a la figura severa con la que Bourdelle presentó a la libertad en su monumento a Alvear, aquí la alegoría aparece representada por una mujer estilizada de gran erotismo y movimiento aunque de esquemático tratamiento del rostro.

Como contraste frente a la alegoría masculina que se eleva del otro lado de Roosevelt, en lugar de portar una serpiente vencida, muestra una paloma a punto de levantar vuelo. Aquí la alegoría de la libertad también puede ser tomada como representación de la paz. De este modo, la estructura del monumento presentaría una conformación simétrica: al lado izquierdo de Roosevelt, la alegoría de la trilogía democracia/libertad/paz, y del lado derecho la alegoría de la trilogía fascismo/fatalidad/guerra.

Fuente: Eseade.edu.ar


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