Buenos Aires posee un patrimonio arquitectónico desconcertante y sugestivo. Las múltiples fuentes de inspiración y la tendencia local a la reelaboración consolidaron en los dos últimos siglos una herencia artística vasta y ecléctica. Este blog pretende mostrar a través de fotografías algunos de esos detalles que suelen escaparse a quien camina sin mirar por donde pasa.

jueves, 5 de abril de 2012

Bar La Biela



En 1810, año de la Revolución de Mayo, y hasta 1816, los terrenos en donde hoy se ubica La Biela –Av. Quintana al 600– fueron propiedad de la Virreina Vieja, Doña Rafaela de Vera y Pintado, viuda de Joaquín del Pino, quien fue Virrey del Río de La Plata entre 1801 y 1804.
La fiebre amarilla, durante la década del 70 del siglo XIX, hizo que las familias pudientes de San Telmo emigraran hacia el otro extremo de la ciudad, instalándose progresivamente en La Recoleta. Así, se a poco, la identidad del barrio fue cambiando, que pasó a ser uno de los sitios más aristocráticos de la ciudad.
Hacia 1950, un grupo de jóvenes amante de la velocidad de sus vehículos motorizados decidieron organizar “picadas” de autos en distintos lugares de la ciudad. Uno se ellos fue la mismísma Recoleta.
El señor Carlos Gutiérrez, hoy gerente, empezó a trabajar en La Biela (Quintana 596) hace 45 años, en 1966, cuando la peatonal Roberto Ortiz no existía y la esquina era Junín, frente a la parada del 17.
Al año siguiente iniciaron la primera transformación del antiguo cafetín y abrieron al lado, sobre Quintana, la confitería “paqueta” y restaurante La Biela, que tenía cartel visible, mantelería de hilo y era comparado por su cocina con la del cercano Alvear Palace y con el Plaza.
Así fue hasta el 94, cuando Gutiérrez y asociados unificaron los locales (“era un lío tremendo, dos brigadas de mozos, dos cajas”) y llegó la reforma que se mantiene hasta hoy, con maderas claras y ventiladores de techo. “Usted puede venir aquí a hacer sus reuniones de trabajo o de lo que sea a su mesa que nadie va a estar escuchando lo que dice. Aquí hay clientes que vienen hasta seis o siete veces por día. Así funciona.
El origen del nombre, se sabe: el playboy y corredor de autos Roberto “Bitito“ Mieres picaba a gran velocidad y arriesgada pericia en una tarde imprecisa de los 50. Exigido su auto, fundió una biela. La sacó, entró al bar y dijo a los mozos asombrados: “Esto, gallegos, es una biela”. Y así fue.
Del Alvear llegaba la clientela de huéspedes famosos, como la legendaria cantante italiana Mina, o el presidente también de Italia Sandro Pertini, o Alain Delon, o Serrat, “que se levantaba a escuchar los partidos de Boca por la radio junto los mozos”, o el bailarín Rudolf Nureyev, o Cristina Onassis y los pilotos de Fórmula 1 que venían al Gran Premio: Jackie Stewart, Nikki Lauda, Emerson Fittipaldi.
Así, este bar, donde actulamente concurren los más recocidos personajes del mundo político y artístico, se hizo mundialmente conocido sobre todo para los amantes de los automóviles. Incluso fue una sede improvisada de la Asociación Argentina de Automóviles Sport, cuando los fanáticos del volante le decían “La Secretaría”.
Finalmente, en 1999, La Biela fue declarada como Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
 Fuente: Soybuenosaires.com.ar

1 comentario:

  1. Esa escultura de Branca fue hecha por nosotros (Lutte Diseño) para conmemorar los 100 años de Fatelli Branca. Por eso se eligió un lugar tan emblemático y con historia para colocarlo. Saludos!

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